PREPARARSE PARA LA LIBERACIÓN DE PRISIONEROS POLÍTICOS ANTES DEL ACUERDO FINAL DE LA HABANA
Por July Henríquez[1]
El avance de los
actuales diálogos de paz en La Habana, entre el Gobierno Colombiano y las
FARC-EP, debe verse reflejado en la excarcelación de prisioneras y prisioneros políticos
antes de la suscripción del acuerdo final de terminación del conflicto. No tiene
sentido que se aproxime el punto sobre revisión de la situación jurídica de las
personas condenadas o procesadas por pertenecer o colaborar con las FARC-EP sin
que las partes en diálogo abracen la posibilidad de abrir las puertas de las
prisiones para quienes han sido confinados/as por razones netamente políticas y
en consecuencia del conflicto armado.
La sociedad colombiana,
si anhela la paz estable y duradera, debe preparase para desprenderse de
prejuicios, odios y rencores, muchos de ellos azuzados por medios masivos de
comunicación con intereses en la guerra;
el país debe recibir a los miles de colombianos y colombianas que fueron
confinados por razones políticas y en ocasión al conflicto, para que aporten en
la construcción de la democracia desde sus opiniones e ideas de bienestar común.
Tiene razón la
sociedad colombiana en sentir miedo, como no tenerlo si ha sido víctima de la distorsión
de la realidad y la imposición de un lenguaje de odio desde las grandes cadenas
de comunicación y la institucionalidad, sobre todo en tiempos de la seguridad democrática,
donde toda disidencia o labor de denuncia fue considerada como “apología al
terrorismo”; pero los tiempos están cambiando y poco a poco estamos conociendo
las razones y las formas del cómo se inició y se ha desarrollado el conflicto
social y armado colombiano. El conocer estos orígenes ayuda al país a entender
que la personas privadas de la libertad en razón del conflicto, no son ni ángeles
ni demonios, son una consecuencia más del mismo, y muchas de ellas hasta tienen
la condición de víctimas.
Desde esas lógicas de
distorsión de la realidad, se ha negado la existencia de prisioneros políticos,
los medios han conducido a la opinión pública a referirse únicamente a los “presos
de la guerrilla”, ocultándole de manera descarada al país la existencia de
miles de personas encarceladas no solo por rebelarse ante el Estado, sino por
atreverse a ejercer el pensamiento crítico, la protesta social y la defensa de
los derechos humanos, como es el caso del profesor Miguel Ángel Beltrán, el
defensor de Derechos Humanos David Ravelo, los integrantes de la Marcha Patriótica,
el líder social y sindical Huber Ballesteros y los defensores de Derechos
Humanos Edgar Montilla, Ingrid Pinilla, Samuel Rojas y Ramiro Aterhortua,
así como los integrantes del Congreso de
los Pueblos recientemente encarcelados.
Este es el momento
donde muchos y muchas colombianas esperamos verdaderos hechos de Paz,
que
abonen a la verdad histórica, donde se reconozca que la prisión política
se ha usado como un arma de guerra en Colombia, en consecuencia el
Estado ha cometido
abusos, ha consumado detenciones arbitrarias y montajes judiciales
contra líderes
sociales y populares, profesores, estudiantes, sindicalistas, defensores
de derechos
humanos y muchos civiles que viven en zonas altamente afectadas por la
guerra, quienes sin ninguna condición deber
ser liberados y liberadas.
Así mismo, la Mesa de La Habana debe tener en cuenta que muchos de los prisioneros políticos,
combatientes de las guerrillas o civiles estigmatizados, han sido confinados
hasta por más de 8 años, bajo investigaciones o condenas asociadas con el accionar
rebelde, muchos casos en flagrante violación a las garantías procesales y el
debido proceso o a la espera de juicio en medio de la prisión, tiempo en el
cual también han sido victimizados, con hechos de torturas, tratos crueles
inhumanos y degradantes, ya sea al momento de la captura o en desarrollo del
tratamiento penitenciario, como se constata en los 71 casos de prisioneros políticos
publicados en la Carta Humanitaria Internacional, para quienes han pedido
libertad el premio nobel de Paz Adolfo Pérez Esquivel y otras personas del
mundo de la academia y los derechos humanos.
Es absurdo no pensar
en que muchos y muchas de estas personas privadas de la libertad tienen derecho
a ser liberados, máxime si echamos un vistazo atrás y recordamos que muchos paramilitares
han purgado tan solo 8 años de pena máxima por crímenes de lesa humanidad
confesos, masacres y ejecuciones extrajudiciales que gozan de impunidad y en
nada han aportado a los estándares de verdad, justicia y reparación, por el
contrario estos actos de odio y sevicia contra la población nada han tenido que
ver con un interés altruista de bienestar común sino con interés individuales asociados
al gran capital, al despojo y al desarraigo contra los humildes y los pobres
del país.
Es necesario para la
Paz, para el país, para el continente, el reconocimiento por parte del Estado colombiano
de la existencia de las y los Prisioneros Políticos y en consecuencia avanzar
en ordenar sus liberaciones, conforme al Derechos Internacional de los Derechos
Humanos, al Derecho Internacional Humanitario y la Constitución Política de
Colombia, como forma de reconstrucción de
la sociedad, de la verdad historia y reparación de los daños de quienes han
padecido la prisión política.
_____________________________
[1]
Abogada
Titulada en la Universidad del Atlántico. C/ Magister en DDHH de la Universidad
Pedagógica y Tecnológica de Colombia. Directora de la Fundación Lazos de
Dignidad – ONG de DDHH. Defensora de Derechos Humanos y de Prisioneras y
Prisioneros Políticos en Colombia durante 11 años. Experta en Litigio Penal y
Penitenciario.
Comentarios
Publicar un comentario