S.O.S. POR LOS MONTES DE MARÍA
Por Johan Mendoza Padilla
Así lucen los pozos de agua en Los Montes de María |
Los Montes de María es una subregión que se encuentra
entre los departamentos de Sucre y Bolívar; está compuesta por una serie de
cadenas de montañas que proporcionan una variedad de entornos y ecosistemas a
las comunidades que allí habitan, las que en algún tiempo estuvieron constituidas
exclusivamente por indígenas zenús, pero en las que hoy convive toda clase de
población. Ha sido por tradición territorio agrícola que cultiva productos de
pancoger como yuca, ñame, maíz, arroz y cacao, además de tabaco. Ubicada a tan
solo tres horas de centros urbanos tan importantes como Cartagena y
Barranquilla, esta subregión es, sin duda, un claro ejemplo de lo que es nuestra
sufrida Colombia, ya que ha sido víctima del
conflicto social, político, cultural, económico y armado, pero ahora también
sufre los estragos de la naturaleza y sus bruscos cambios climáticos.
Visitando la zona rural de los
municipios de Ovejas y Chalán, uno se percata de la magnitud de la desidia
estatal, lo que sin duda puede convertirse en una férrea evidencia de la paz
que busca el Estado y la oligarquía colombiana, porque mientras hablan de “desarrollo”
y “progreso” de todos los colombianos a partir de la “modernización del país”,
el respeto a sus instituciones y la consolidación del modelo económico, en
estos rincones se encuentran niños padeciendo limitaciones en servicios a los
que muy gustosamente acceden otros en las grandes urbes. ¿Es admisible decir
que se viene implementando toda una revolución educativa cuando en la vereda
Alemania del municipio de Ovejas se encuentra una escuela rural con solo un
aula y un docente?
A falta de agua no hay pasto para los animales |
Pero lo de la escuela es de las
cosas “menos” graves, porque igual a los pobres nos ha tocado dar clases hasta
debajo de árboles para poder aprender algo y no dejarnos meter las manos en la
boca tan dócilmente por la minoría que hoy controla las riendas de la nación.
Lo más precario está en cómo comunidades enteras que han sufrido amargamente
los estragos de la vigente doctrina militar, que recuerdan como si fuera ayer
las torturas, masacres, desplazamientos, detenciones injustas, desapariciones,
etc., hoy nuevamente vean amenazado sus vidas, esta vez no solo por las bombas,
sino también por el hambre, por la física hambre.
Dice la Biblia, en el libro de
Génesis, que cuando Adán y Eva fueron expulsados del paraíso por haber
desobedecido los designios divinos, Dios castigó al hombre condenándolo a trabajar
duramente la tierra para poder conseguir el pan de cada día, pero al parecer en
esta era esa maldición ha sido eliminada para unos y profundizada para otros.
Es curioso ver que aquellos que solían cultivar la tierra para cosechar
alimentos hoy estén mendigando por ellos, es normal ver a campesinos en los
cascos urbanos fiando en las tiendas o prestando algunos pesitos para comprar
algo de arroz y harina para hacer arepas que mitiguen el hambre que produce la
quema de calorías en el trabajo rural, porque a pesar de la sequía estas
comunidades han sido obstinadas y se han negado a darse por vencidas y, como
pueden, tratan de salvar algo de lo cultivado. Y para no dejar de lado a los
que al parecer por el poder del dinero fueron
absueltos de la maldición, cabe recordar que son ellos los dueños de muchas
tierras, las cuales están sin usufructuar pero, pese
a ello, comen sus tres muy balanceadas raciones al día.
Es fuerte, muy fuerte el verano
que azota a gran parte de Los Montes de María. La sequía ha hecho que se sequen
los pozos, que ya no fluyan los arroyos, por lo que el acceso al agua potable
se ha vuelto en un calvario para la mayoría de sus comunidades y como derivado
los animales mueren de a poco, así como las tierras aradas y cultivadas son hoy
verdaderos cementerios del agro, tierras que tienden a parecerse mucho a las de
otra zona muy empobrecida de la región Caribe: el desierto de La Guajira.
Como esta yuca mueren la mayoría de cultivos |
¿Es posible detener una sequía?
No.
¿Se puede responsabilizar a
alguien por este flagelo? Sí.
Es evidente que no hay modo de
repeler el cambio climático al cual nuestras sociedades consumistas y
contaminantes han condenado a las presentes y a las futuras generaciones, pero
no cabe duda de que estos fenómenos ya no cogen a nadie por sorpresa y que
ágilmente los entes territoriales, así como las entidades a las cuales les
corresponde el tema ambiental, económico y agrario, podrían haber creado planes
de contingencia para mitigar los daños colaterales que esta falta agobiante de
agua está produciendo en la re-victimizada población montemariana. Se evidencia
así la falta de iniciativa y voluntad política por parte de las alcaldías
municipales y las gobernaciones, en este caso de Ovejas, Chalán y Sucre, del
mismo modo la ausencia de funcionarios capaces de hacer un buen trabajo, pero
igual el olvido al que el Estado colombiano ha condenado a estos otros
colombianos, al parecer de menor rango que aquellos que frecuentan la Casa de
Nariño, clubes y las grandes cadenas empresariales.
Por eso digo que en Los Montes de
María se aplica el modelo de paz del Estado, ese mismo que como dijo el señor
Santos: “La conseguimos a las buenas o a las malas”, puesto que esta subregión
está desamparada y completamente expuesta a megaproyectos como los monocultivos
de teca, de palma africana, de explotación de gas y exploración de yacimientos
petrolíferos sin control ni veeduría, es decir, beneficiando a unos pocos en
detrimento de la gran mayoría. Dicen que la excusa del atraso es la guerra adelantada
por las insurgencias, pero en Los Montes de María hace años no hay presencia
guerrillera debido a la gran arremetida de las FF.MM., los Paramilitares y las
Instituciones de Justicia, que a punta de atroces campañas que costaron la vida
de miles de personas, así como el rompimiento del tejido humano, lograron sacar
a la insurgencia y todo aquello que según ellos olía a subversión, es decir, las
comunidades organizadas.
Sin embargo, y pese a la
constante estigmatización, muchos campesinos e indígenas se vienen levantando
de a poco con el propósito de velar por la dignidad y una íntegra restauración
de la golpeada subregión de Los Montes de María. Ellos tienen las agallas, la
experiencia y ya han conocido el horror, por lo cual dudo mucho que teman a
algo, pero necesitan de nuestra ayuda, esperan que desde las ciudades podamos
acompañarles y hacerles menos tortuoso el camino que conduce a la restauración
de sus derechos y pleno disfrute de su entorno y territorios. Un inicio sería
el de brindar apoyo, ayuda en alimentos, medicamentos y enceres para resistir
los estragos de la sequía y el abandono del Estado, pero también la invitación
es ir a Los Montes de María, adentrarse en sus mágicos territorios y conocer en
carne propia las precarias condiciones de vida de sus habitantes y así construir
nuestra propuesta de paz, la de la justicia social, igualdad y garantías para
todos los colombianos sin discriminación alguna.
¡Salvemos Los Montes de María!
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