Construyendo Más que un Tribunal
Por Johan Mendoza Padilla
Crónica de una visita a una comunidad guajira.
Así luce El Cerrejón desde Provincial |
Al escuchar La Guajira, son
muchas las cosas que se le vienen a la cabeza a cualquier colombiano. Desde la
sal, el gas o el carbón, todos ellos como derivados de la explotación de
recursos naturales; pasando por sus enigmáticos paisajes; hasta llegar a la
cultura ancestral de la extensión continental más adentrada en las maravillosas
aguas del Caribe.
Se puede decir que La Guajira es
una tierra con todo y para todos, vivo reflejo del país. Aunque, para pesar
general, nuestra Colombia vive inmersa en un conflicto de proporciones armadas,
económicas, políticas, sociales, ambientales y culturales, así que, por ende,
la tierra del juglar Francisco el Hombre,
no ha sido ajena a todos estos martirios.
Desde las universidades y
barriadas varios jóvenes decidimos no solo escuchar las penosas lamentaciones
similares a la letra de noches sin
luceros del maestro Rosendo Romero. Por el contrario, decidimos volvernos
actores de esta historia parecida a una tragicomedia, pero que lamentablemente
nada de ficción tiene, por el contrario, es una cruda realidad, así que nos
sumamos a un proceso esperando contribuir a cambiar el curso de la historia.
Con esta ilusión arribamos el viernes por la noche a Riohacha, intercambiamos
opiniones y cuadramos cómo sería el trabajo del día sábado, en donde estaba
prevista la visita al resguardo indígena Provincial, ubicado entre los
municipios de Hato Nuevo y Barrancas.
A las cinco de la mañana nos
subimos en unos carros y, a ritmo de vallenato yuquero, es decir, de los
buenos, emprendimos el camino que se extendió por hora y media. En el camino lo
llamativo al inicio eran los paisajes, pues comenzó con una vegetación propia
de un desierto, para luego cambiar como por arte de magia, quizás por la
misticidad guajira, a entornos más verdosos. Pero igualmente, era centro de
atención el ver cómo las carreteras se nutrían de gente realizando el rebusque,
vendiendo gasolina y víveres de la canasta básica familiar venezolana de
contrabando, todo porque actualmente no hay de otra pa´ hacer. Aunque la imagen
más impactante, sin lugar dudas, fue cuando divisamos al fondo una enorme pared
que crece con la clara intención de ocultar las cadenas montañosas de la
Serranía del Perijá. Una verdadera muralla de lamentaciones, pues esa
monstruosa obra del hombre no era otra cosa que el botadero del residuo estéril
de la mina de carbón a cielo abierto más grande del mundo: El Cerrejón.
Luego de que el carro pareciera
andar al ritmo de un barco en altamar, debido a los altibajos propios de una
trocha, logramos entrar al resguardo El Provincial. En los alrededores de una
escuela étnica y comunitaria, en la cual
se imparte la enseñanza en español, wuayunaiki e inglés; se erigían humildes
viviendas de una comunidad que ha luchado, resistido y lamentado una pelea
frentera contra la multinacional El Cerrejón. Llegaron las autoridades
ancestrales y luego de una breve presentación, en la cual sinceramente no
sabíamos cómo saludar a tan importantes personajes, nos dimos cuenta de su
inmensa humildad y logramos rápidamente una empatía con ellos. Iniciaron sus
exposiciones en donde con pocas palabras, pero con mucho argumento, nos
contextualizaron como han sido sus años de organización por el caso de la mina,
la cual inició desde el año 98. Nos contaron la manera engañosa en que llegó
esta mina, pues ninguna de las instituciones les socializaron la entrada en
vigencia de una concesión de tal envergadura. Nos hablaron de los
desplazamientos, de las necesidades que padecen a causa de este hueco inmenso
en la tierra de sus ancestros. De igual modo, con miradas tristes, nos
comentaban la vida que había en aquella zona, en donde babillas, iguanas,
peces, plantas silvestres, entre otros, enriquecían la fauna y flora de los
ecosistemas que suelen generarse en los variados climas guajiros. Asimismo
relataban los momentos tortuosos generados por las enfermedades, no solo a
causa del polvillo de carbón que se expande por el aire, también por los
cultivos que crecen de manera anómalas y que ya hoy no dan los aportes
nutricionales que en el pasado llegaron a dar.
De igual modo nos dejaban claro
que los diálogos sostenidos con El Cerrejón no arrojaban ningún resultado,
debido a que siempre han usado las artimañas, abogados, la fuerza y al mismo
Estado, para salirse con las suyas y no perjudicar sus intereses. Es más, luego
de más de 30 años de explotación, en donde el único fruto para las comunidades
ha sido miseria, hambre y sed, el Gobierno Nacional pretende extender el
espectro de explotación minera para que siga devorando la poca vida que queda
en las tierras guajiras. Y hasta ahora prácticamente les ha tocado pelear solo
a ellos como indígenas, puesto que muchos llegan a los resguardos, hacen
registros, redactan documentos, pero al final se devuelven a sus tierras y como
si nada hubiese pasado. “No queremos más
visitas, queremos resultados”, se podía traducir que era la demanda común
de las autoridades presentes.
Quedan atentos y entusiasmados
con nuestra propuesta de realizar el Tribunal Popular contra las
Transnacionales, para que en ese espacio puedan denunciar lo que han padecido,
pero sobre todo, resaltar quiénes han sido los culpables y cómplices de sus
males. Aunque, en los mismos términos, quedan pendientes porque nuestro trabajo
no quede como como una mera actividad que los haga movilizarse a ellos sin
soluciones como tal. Esperan que de parte nuestra esta vez sí haya avances en
la consecución de cosas, pero, nos convocaron a la paciencia, a la sabiduría y
a la perseverancia para que nuestros esfuerzos se vean materializados en su
mejoramiento de la calidad de vida.
De parte nuestra está la misma
voluntad, para que esto sea solo el inicio y así lograr que el resto del país,
víctima de las pésimas políticas aplicadas por décadas, puede resurgir y
retomar las sendas por las que una vez
quisieron, los primeros libertadores, marchara nuestra amada Colombia. Llegar,
por medio de la organización, movilización y poder popular, a construir una
Colombia nueva, democrática, soberana y respetuosa de nuestros territorios.
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