EL TRIBUNAL POPULAR COMO EJERCICIO CONSTITUYENTE
A contados días de la realización del Tribunal Popular contra las Transnacionales
en La Guajira, que coincide con el ambiente de posible acuerdo, más cerca que nunca,
entre las FARC – EP y el Gobierno de Juan Manuel Santos, hemos acumulado una
importante experiencia que conlleva a reflexiones determinadas sobre todo por
la cercanía que el Comité La Guajira Resiste (organizador del evento) ha
alcanzado con las comunidades de este departamento fronterizo, rico en recursos
minerales y de alta población indígena, que además cuenta con asentamientos y
comunidades afrodescendientes.
Es tal la dimensión de la crisis humanitaria de La
Guajira, que ni siquiera los medios de comunicación adscritos al Establecimiento
han podido ocultar el hecho, teniendo que registrar la lamentable hambruna que
padecen sus habitantes, así como los estragos ocasionados por la falta de agua.
Pero como no se les puede pedir demasiado, porque ya es más que claro a qué intereses
responden, estos medios se han dado a la tarea de difundir la versión oficial
según la cual toda esta debacle se debe al llamado Fenómeno del Niño, sin mencionar que, aunque el cambio climático
contribuye, lo determinante ha sido el abandono estatal, coadyuvado por la
corrupción vergonzosa de la clase política local, la inhumana extracción minera
y la ausencia de una política fronteriza que atienda las necesidades de los nacionales de este lado de
la frontera.
Esa es la realidad que hemos recogido en las diferentes
visitas realizadas a varias comunidades del departamento. Allí se evidencian
los más complejos problemas derivados del hambre y la miseria, al lado de la
opulencia y la maquinaria devastadora del medio ambiente que emplea la minera
El Cerrejón.
No obstante, interactuar con las comunidades y su
entorno nos permite ubicar que la paz en Colombia es posible sí y solo sí se
adelanta un profundo proceso constituyente que consulte a ese país olvidado
desde siempre, porque esa Colombia tiene mucho que decir y aportar en la
construcción de la verdadera paz. Abrir grandes canales para la participación
popular es una necesidad histórica, más que mera retórica. La importancia de
instaurar una verdadera democracia en este país radica en que quienes nunca han
tenido voz expresen su valiosa opinión y decidan, porque está demostrado, por
dos siglos de fracaso del proyecto oligarca, que unas cuantas familias
adineradas no fueron capaces de atender el encargo de dirigir el país
felizmente (encargo que se auto-adjudicaron).
En La Guajira habrá que consultar a las comunidades
aledañas a la mina a cielo abierto más grande del mundo y las demás que
indirectamente, de una u otra forma, se ven afectadas por la extracción, para
que definan la manera de explotación del mineral, la dimensión de la mina, los
efectos dañinos que genera y los beneficios que deja en las comunidades, es
decir, la redistribución de los ingresos que percibe la transnacional por su
labor extractivista. En pequeña escala, ese es el ejercicio que se propone el Tribunal
Popular, para que las comunidades determinen el daño causado y el rumbo a
seguir.
Ejercicios de poder popular, como este en La Guajira,
que hemos puesto en Marcha con grandes limitaciones y dificultades logísticas,
pueden ser emprendidos a gran escala con la solvencia que implica el poder del
Estado, si la filosofía de este no responde al interés del capital, sino al
bienestar general de la gente. Ese es el Estado al que debemos aspirar como
garante real de una paz estable y duradera. Un Estado al servicio de las gentes
del común.
Quienes habitan en las comunidades de Provincial y Las
Casitas (Barranca), Las Casitas, Juan y Medio y Naranjal (Riohacha), Rancho
Luna (Maicao), Marcelo Rancho (Albania), La Laguna (San Juan del Cesar), Media
Luna y Bahía Portete (Uribia), etc., tienen mucho que aportar en la
construcción de un nuevo país, empezando por su conocimiento ancestral y su
convivencia respetuosa con la naturaleza, contrario a lo que ha considerado la
arrogancia de los ricos de Bogotá y las grandes ciudades, quienes consciente o
inconscientemente proceden como si estos colombianos no tuviesen nada que
decir, como si fuesen algo inferior en derechos y clase.
Solo llegando a la Colombia profunda se conoce el
verdadero país, ahí se construye el discurso y se llena de contenido la
consigna. Allí confirmamos, pese a las penurias de nuestro pueblo, que otra
Colombia es posible si quienes gobiernan lo hacen a favor de las mayorías, si
esas mayorías son tenidas en cuenta para aportar y decidir, y si el poder del
Estado se dirige, no a la guerra, sino a la inversión social en las regiones
olvidadas.
COMITÉ LA GUAJIRA RESISTE
guajiraresiste@gmail.com
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