UN CUENTO ELECTORAL

Por "El Franco".

Juan Pueblo vive en la comunidad Los Coquitos, se caracteriza por sacar adelante ideas que ayuden a hacer más amable el entorno comunitario a través de torneos deportivos, actividades culturales, etc.; es quien siempre lleva la vocería cuando hay alguna queja o petición frente a la prestación de algún servicio, el arreglo de vías, la adecuación o construcción de colegios y parques; suele intermediar entre litigios de vecinos siendo su postura respetada, es el concejero de jóvenes y viejos, además procura siempre aplicar lo que predica. Juan Pueblo es todo un dirigente.

Sin embargo, Juan Pueblo cree que lo hecho no es suficiente, pues los únicos beneficiados son ellos como comunidad. Él, junto a otros compañeros, está convencido que toda la experiencia acumulada en Los Coquitos, así como sus ideas altruistas, pueden llegar a impactar positivamente al municipio donde vive. ¡Claro! - dice él - ¿por qué no? Así que, Juan Pueblo, como buen ciudadano que confía en las instituciones, decide aspirar a la alcaldía del municipio de Playita.

Para poder convencer a los playeros, Juan Pueblo se arma de un buen equipo de amigos y dirigentes para construir un plan de gobierno, una hoja de ruta que pondrá en consideración de los electores. Y es que Juan Pueblo sabe que por su belleza, por cierto negada, nadie votará, así no son las elecciones. Él está convencido que los votos serán para las mejores propuestas y, por ende, para aquel que pueda ser capaz de ejecutarla en el tiempo. Por ello se apega a los aportes de deportistas, artistas, profesores, madres comunitarias, jóvenes, religiosos, profesionales de distintas áreas, en fin, Juan Pueblo trata de moldear los deseos de muchos en su plan de gobierno.

Luego sale a las calles a socializar sus ideas. No es nada fácil trabajar con la gente y en eso Juan Pueblo tiene mucha charretera. Sabe que de pronto le falta formación en ciertos campos, pero eso lo compensará con la escogencia de un excelente equipo que asuman determinadas tareas, porque al final la apuesta política no necesita profesión, sino vocación de servicio hacia la sociedad, partiendo del entendido que no hará lo que le plazca, sino que se guiará del plan de gobierno y toda decisión la consultará con los habitantes de Playita, que en últimas son sus jefes, las personas a las que él se debería, sobre todo si depositan el destino del municipio en sus manos. Asimismo es consciente de la ética a tener en el manejo de los recursos públicos, pues es la plata de todos, producto del esfuerzo de cada uno que se canaliza mediante los impuestos.

Al ser Playita un municipio en crecimiento, son varios los que tienen igual interés de ocupar el cargo de alcalde, así que Juan Pueblo encuentra a más de un contendor para el debate electoral. Esto en vez de asustar a Juan Pueblo lo emociona, pues entre la variedad los playeros podrán escoger la calidad. Sabe que sus propuestas están a la altura, pues son el producto del trabajo que otros dirigentes similares a él vienen realizando en diversos sectores.

No obstante, hay un candidato que se llama Elde La Plata, quien cuenta con una notoria cantidad de títulos universitarios, relaciones nacionales e internacionales, experiencia administrativa y, para colmo, también es fotogénico. Su familia por generaciones ha estado vinculada con la política, cercana a presidentes y por ello han ocupado destacados cargos públicos. El apellido La Plata no es extraño y ya todos ven a Elde como el gran heredero del emporio que ha construido su familia.


A Juan Pueblo eso tampoco le parece problema, pues como todo ciudadano tiene el derecho de elegir y ser elegido. Lo que sí le llama la atención es que Elde La Plata no tiene ningún trabajo de base con alguna comunidad, es más, de la universidad saltó inmediatamente a cargos importantes en las empresas de su familia, deduciendo a que se debió no por sus aptitudes, más bien porque tenía la labor de velar por los intereses de su clase social. De la misma manera, Elde La Plata ha armado su plan de gobierno asesorándose con expertos y los mejores profesionales a sueldo de sus empresas, presentando así unas series de propuestas cimentadas en la alianza estratégica entre el sector público con el sector privado. Esa es la consigna central de Elde La Plata.

Juan Pueblo considera eso natural, ya que, no puede Playita pretender avanzar sin el concurso del sector privado, así como del resto de los playeros y del Estado Central. Sabe que los impuestos que paguen, así como sus contribuciones voluntarias, ayudarán a sacer adelante más de un proyecto que permita mejorar las condiciones de vida de los habitantes en aspectos como vías, salud, educación, recreación, medio ambiente, finanzas y demás. Aunque considera que hay una barrera entre lo público y lo privado, pues si bien pueden ser aliados, lo público siempre será público, en otras palabras, los bienes del municipio serán para el beneficio de toda Playita y no de unos cuantos, o sea, si se espera ganar plata por la gestión en la alcaldía están en el lugar equivocado. Esa es la tesis de Juan Pueblo.

En plena campaña se puede observar que la aspiración a la alcaldía tiene de todo menos propuestas. A excepción de Juan Pueblo, que ve esto con mucha seriedad, el resto de aspirantes se inscribieron con un plan de gobierno más como requisito que como un proyecto. Aun así, se les ve visitando cada casa, bebiendo agua del totumo con el anciano, bailando champeta con el pelao, cargando bebés de extraños sin importar que estén meados. Se ha hecho todo una puesta en escena por parte de aquellos que dicen estar haciendo política. ¿Pero qué creen ellos es la política? ¿Es esto democracia? Se cuestiona permanentemente Juan Pueblo.

Pero quien bota a Playita por la venta es definitivamente Elde La Plata. Su campaña no tiene límites. Hace conciertos con los mejores artistas locales y nacionales, reparte todo tipo de publicidad costosa, tiene mensajes en todos los medios, las encuestas siempre están a su favor, en síntesis, ya es virtualmente el ganador, bueno, eso dice la gente en las esquinas, pues de tanta repetidera al final se terminan creyendo el cuento que no hay quien contra Elde La Plata.

Poco a poco los demás aspirantes se van bajando bajo el argumento que han visto en Elde La Plata lo mejor para Playita, así que han decidido declinar y apoyar, según ellos, la mejor opción. Solo queda en pugna Juan Pueblo. Elde La Plata intenta una infinidad de veces negociar con él, pero Juan Pueblo responde categóricamente que con quien debe hablar es con Playita el día de las elecciones. Elde La Plata le insinúa a Juan Pueblo que ya no tiene nada por hacer, puesto que los demás aspirantes y sus grupos políticos se han adherido a su nombre, hasta le confiesa que el registrador, los jueces y el alcalde de turno le han garantizado la victoria a como dé lugar. Le ofrece a cambio de su apoyo secretarías, en especial aquella en donde tenga contacto directo con la comunidad - a mí no me gusta eso de andar con la gente, eso es lo tuyo, yo me encargo de la administración – le decía Elde a Juan.

Debido al panorama Juan Pueblo se lamentaba. Las elecciones no eran limpias, las instituciones se convirtian en cómplices. La política es impía, es para corromper, se decía para sí mismo. Pero, luego de un análisis, se pellizcó y recordó todo lo que había hecho en Los Coquitos junto con la comunidad. Abrió la carpeta en donde tenía los borradores de las sesiones con los dirigentes de donde había surgido su plan de gobierno y exclamó con un grito que podría haber hecho escuchar hasta a un sordo: ¡ya nosotros hemos estado trabajando y haciendo verdadera democracia! Y con esto decidió seguir pa´lante. No renunció a su aspiración, siguió hasta el final.

El día de las elecciones Elde La Plata manipuló a la policía, a los medios, al aparato judicial y el actual alcalde puso a los funcionarios de la administración a su disposición. Y si todo eso no fuera poco, también ofrecía plata a cambio de votos en las comunidades más empobrecidas. De todo ello derivó la arrolladora victoria sobre Juan Pueblo. Sin embargo, Juan reía al final de la jornada, porque toda la comunidad de Los Coquitos lo respaldó, incluso sacó buena votación en zonas donde no conocía a gente. Llegaba a la conclusión de que eso se debía al trabajo de los dirigentes y a las propuestas construidas conjuntamente, frente a lo cual se dedicaría a construir un nuevo proyecto: transformar el modelo de estado existente.


Y como buen ciudadano, que antes confiaba en las instituciones, pero luego conoció la realidad de las cosas, comenzó a denunciar a la administración de Elde La Plata, denuncias que hacía al tiempo que organizaba a las comunidades marginadas, esas mismas que vendieron su voto y le dieron la victoria al actual alcalde, sin importar eso Juan llegó y les comenzó a compartir su experiencia de organización. Junto con los demás dirigentes tomaron la determinación que no era necesario ser alcalde para poder hacer proyectos y mejorar a la comunidad. Se comprometieron a hacer la política de un modo distinto, desconociendo, si era necesario, a la actual institucionalidad.

La respuesta de Elde La Plata y todos sus aliados no se hizo esperar, y fue así como a Juan Pueblo lo capturan una noche lluviosa bajo los cargos de rebelión, concierto para delinquir y terrorismo. La prensa local le da un gran despliegue al asunto y tratan, de todos los modos posibles, empañar el buen nombre de Juan Pueblo. El juicio se da y, pese a las movilizaciones y voces de respaldo a Juan Pueblo, es declarado culpable y enviado a una prisión de máxima seguridad. Al interior su rutina era despreciable, recibía insultos, se le negaba visitas, padecía de limitaciones, etc. Pero lo peor ocurrió una noche por la madrugada, bajo la complicidad de la guardia, Juan Pueblo es asesinado por otro recluso de cuatro puñaladas. El informe dice que fue una riña entre presidiarios. Todos sus allegados entendieron que fue un claro atentado.

A raíz de todo lo ocurrido, Playita se convirtió en un hervidero social. Los Coquitos y demás comunidades se organizaron como El Pueblo, y empezaron unas series de dinámicas para tumbar a los que estaban en el poder, no solo en su municipio, sino en el resto del país, porque a más de uno le llegó el mensaje de Juan  y por ello también se convirtieron en Pueblo.



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