Carta abierta al presidente de la República de Colombia


Colombia, enero de 2016.

Señor,
Juan Manuel Santos Calderón.
Cordial.

Pese a que lo más probable es que jamás lea estas líneas, redacto esta misiva con la intensión de expresar lo que opino sobre los últimos actos de gobierno que viene impulsando junto a sus ministros, en particular por la venta de la empresa estatal Isagen, la que ha despertado un rechazo sin precedentes a nivel nacional por sectores sociales, políticos, académicos y nosotros las gentes del común que a través de las redes sociales hemos alzado nuestra voz de inconformismo.

Quisiera recordarle que en el 2014 los ciudadanos de Colombia le dieron su voto de confianza para seguir habitando la Casa de Nariño por cuatro años más, siendo la tarea central seguir agitando la bandera de la paz con los procesos que adelantan en La Habana con las FARC-EP y el que pronto iniciaría con el ELN. La paz es sin duda unos de los objetivos centrales al cual debemos apostarle todos los colombianos, ya que, son millones las víctimas que ha arrojado más de 50 años de conflicto social y armado continuos, sumándole los que antecedieron en la denominada violencia de principios del siglo XX, todas ellas cuyos victimarios principales son aquellos que han ostentado el poder político y económico en la reciente historia del país.

¿Pero qué es realmente apostarle a la paz?

Los voceros de las insurgencias colombianas en más de una ocasión han expuesto que no tomaron las armas por caprichos personales, mucho menos porque hayan visto en combatir a unas fuerzas militares presupuestal y armamentísticamente superior un negocio rentable; su decisión de hacer la política por la vía de las armas se debe a las pocas garantías que el Estado brinda a los ciudadanos que disienten del orden establecido, motivando a que muchos luchadores sociales, que veían su futuro tras las rejas o en una fosa común, decidieran o irse del país o tomar las armas para continuar con sus proyectos políticos aún a costa de sus vidas.

No pretendo ser un defensor de los guerrilleros, ya ellos han demostrado que tienen las cualidades y los argumentos para hacerlo por sí mismos, aunque reconozco que por ser un luchador social que también promulgo un nuevo país me siento obligado a ser objetivo en mis comentarios. Mi real intención es defender la conquista de la paz para todos, paz que nuevamente corre riesgo por la terquedad de usted y su gabinete. Esta vez la posibilidad de la paz tambalea no como consecuencia de una bomba, sino por el accionar de un arma mucho más poderosa, un arma que ha sido la gestora del sufrimiento de millares de compatriotas, un arma llamada privatización, que ha sido usada por distintos gobiernos, avalada por la actual institucionalidad y las leyes vigentes.


Con la privatización el Estado se ha lavado irresponsablemente las manos de asumir su deber en brindarnos a nosotros las garantías del buen vivir, negándonos el acceso universal y de calidad a derechos básicos como la salud, la educación, el transporte público, el crédito, la recreación, el deporte, la cultura, la pensión, los servicios domiciliarios, entre otros. Con la privatización los gobernantes de turno han actuado en beneficio de una pequeñísima población del país y de algunos extranjeros, al costo del detrimento de la gran mayoría del sufrido pueblo colombiano.

En ese sentido, vender Isagen es un paso en falso para alcanzar la paz, más que por las consecuencias económicas y ambientales que esta imprudente decisión pueda generar, es porque su gobierno se niega a escuchar la voz del soberano, la del constituyente primario, es decir, la de nosotros los ciudadanos de Colombia. Esos mismos que votaron por usted, o incluso más, están diciéndole que se detenga la venta de la mejor empresa estatal que tiene el país y piense en futuro, no solo para garantizar la energía que mueve a las industrias y aportar en el mejoramiento de la calidad de vida en los hogares, sino también para mostrar que en el país hacer la política y expresar nuestra voz va a tener respuesta por parte de los gobernantes que tienen la tarea de hacer lo mejor por nosotros.

Vendida Isagen, ¿cómo podría evitar que la guerra entre colombianos se perpetué por años mas cuando el fin del conflicto social y armado también ha sido una demanda nuestra? Recuerde que precisamente estas acciones son las que han conducido a las luchas sociales, las mismas que los de su clase han perseguido con herramientas legales e ilegales, obligando al pueblo a tomar las armas. Le pido encarecidamente que atienda a este clamor nacional.

Mientras tanto nosotros, los que apostamos por la paz con justicia social, seguiremos denunciando la corrupción, saliendo a las calles y hablándole a nuestros compatriotas para poder defender a Colombia de personas como usted. Un nuevo país es posible si entre los excluidos logramos la Unidad pese a las diferencias. Un nuevo momento histórico atravesaremos si llega a buen termino los diálogos de La Habana. Pero también la paz será posible si frenamos esta nueva afrenta a nuestra soberanía. Isagen y el sector público en general no se vende, se defiende.


Patrioticamente,

Johan Mendoza Padilla

@johanmendozap

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