“POR LA TRONCAL PASA LA COMIDA EN CAMIONES, NO NOS VAMOS A DEJAR MORIR DE HAMBRE…"
-Crónica sobre
Audiencia Defensorial en Ovejas, Sucre-
Por: Johan Mendoza Padilla
Desde
que salieron los primeros rayos de luz ya los campesinos estaban prestos a una
nueva jornada de trabajo, pero no exclusivamente para labrar la tierra, ni para
darle de comer a los animales, ese lunes, 24 de agosto, los campesinos
ovejeros, hijos de las enigmáticas montañas de Los Montes de María, salían a
trabajar como organización, como ciudadanos que gozan de plenos derechos y, de una
manera u otra, tienen que hacerla valer ante aquellos que suelen ignorarlas con
el propósito de beneficiar a unos cuantos en detrimento de la mayoría. Estos
colombianos salían a ejercer su rol como constituyente primario, dispuestos a
actuar como pueblo soberano.
Ese día se realizaba en la vereda
Villa Colombia, del municipio de Ovejas – Sucre, una audiencia defensorial,
incitada por los campesinos que han venido sufriendo los estragos de la sequía
que por varias temporadas afecta a la población rural, la cual fue convocada a
través de la Defensoría del Pueblo. A este espacio asistieron instituciones
como la Alcaldía de Ovejas con sus secretarías, la Personería Municipal, la Red
de Atención a las Víctimas, la Red de Restitución de Tierras, la Inspección de
Policía, la Policía Nacional, la Infantería de Marina, Familias en Acción y el
SENA. No respondieron al llamado la Gobernación de Sucre, Bienestar Familiar,
CARSUCRE y otras entidades que tienen mucho que ver con la atención a la
ciudadanía y la promoción y protección de sus derechos.
La audiencia dio inicio con la
intervención de 16 voceros de distintas veredas, quienes hicieron fuertes
denuncias sobre el abandono estatal a la que han condenado a la población
rural, como si fuesen castigados por persistir en el trabajo agrario. De igual
manera, resaltaron los permisos que vienen otorgando algunas entidades, en
especial CARSUCRE (Corporación Autónoma Regional de Sucre), a proyectos que han
deteriorado al medio ambiente, como el brusco cambio del uso de tierra que se ha
realizado con el sembrado de Teca (dentro de un supuesto proyecto de
reforestación) y la extracción de arenas cerca a los arroyos que nutren de agua
a algunas zonas, produciendo efectos negativos en el caudal que antes solían
tener. También hicieron fuerte énfasis a la ausencia de apoyo en proyectos realmente
sostenibles, pues a raíz de ser la población rural de Ovejas víctimas del
conflicto armado, se les suele facilitar subsidios y animales para su
usufructo, pero con el devastador clima y la falta de recursos, tales ayudas y
animales terminan siendo de uso doméstico. El campesino ovejero poco vende hoy
lo que cosecha, a duras penas el producto de la tierra alcanza para el consumo
familiar, esto no solo por el clima,
sino también por la falta de mercados donde vender, de vías terciarias para sacar
los productos, de maquinaria propia, de tecnificación del campo y de incentivos
al trabajo rural.
En los mismos términos los
líderes campesinos, quienes han experimentado en carne propia los estragos de
la guerra, daban testimonio de lo insoportable que es vivir sin agua potable.
Es cuestionable que esta población, que está dentro de un plan de consolidación
estatal, es decir, que se ha convertido en un referente de las zonas en donde
el Estado dice haber derrotado a las insurgencias y toman el control total de
su territorio, no cuente con el preciado líquido. Quienes vayan de visita a la
zona rural de Ovejas se impactarán por las decenas de burros que pasan a diario
con tanques de agua que deben ir a buscar a pozos artesanales, extraer de la
tubería que lleva agua al Carmen de Bolívar o comprarla en el casco urbano del
municipio. Para los dos primeros casos hay un riesgo porque el agua consumida
no es tratada, lo que trae consigo enfermedades a la población, incluso los
infantes vienen naciendo con deficiencias físicas; con el último, pese a ser
una agua tratada, golpea enormemente a la precaria economía familiar, debido a
que la compra de un viaje de agua cuesta 5 mil pesos, lo que los obliga a
racionalizar enormemente este líquido.
Por último, reseñaron una vez más
el hambre que vienen padeciendo, en donde, de no ser por el sancocho que la
Defensoría del Pueblo donó para ese día, muchos se hubiesen ido de largo hasta
la noche o hasta el día siguiente. No es exagerar cuando se dice que familias
campesinas comen una ración al día. La pérdida de cultivos ha obligado hasta el
cambio de la dieta, en donde antes una cena solía ser ajonjolí, yuca, queso y
café, ahora solo es arepa (de harina fiada en las tiendas) y agua. Los animales
mueren de a poco, la gente se desmotiva y empieza a abandonar la tierra
buscando ayuda en la ciudad. Lo que se pronostica, de no haber soluciones
efectivas, es un nuevo desplazamiento masivo por el hambre que padecen,
paradójicamente quienes debiesen cultivar lo que comemos a diario, los
campesinos.
Luego de las comunidades tomaron
la palabra las instituciones, encabezadas por el alcalde del municipio de
Ovejas, Edwin Mussy Marinelly, el cual hizo una exposición en donde sustentaba
el porqué de la falta del preciado líquido en la zona rural. Sostenía que ha
habido muchas talanqueras jurídicas, las cuales podrían superarse de haber
voluntad por parte de CORSUCRE y la Gobernación, de ahí que el burgomaestre
haya lamentado la no asistencia de ellos, lo que podría haber facilitado
algunas soluciones inmediatas. Explicó que también, debido a la actual distribución
de recursos por concepto de regalías, Ovejas ha salido bastante perjudicada con
la reducción de los aportes nacionales. En el mismo sentido aclaraba que la
plata del mejoramiento del parque, así como distintos proyectos que el mismo
presidente Juan Manuel Santos ofreció, no puede ser destinada a otro fin del
que aprueban en dichos fondos y, de hacerlo, se expondría a delitos
administrativos y penales; por otro lado, si no cogen la plata para el parque
en Ovejas, este se va para arreglar otro parque en otro municipio. Admite que
ha habido un precario acompañamiento al campesino ovejero, pero pide
comprensión, puesto que en muchas cosas el municipio tiene las manos atadas, ya
que, el flujo de recursos y la autonomía de las entidades están en el orden
departamental, la alcaldía solo puede ofrecer asesoría técnica.
En los mismos términos
intervinieron los voceros de las demás entidades que acataron el llamado de la
comunidad. Solo resalto la advertencia del delegado de la entidad que atiende a
las víctimas, el cual subrayó que si hay un nuevo desplazamiento no serán
atendidas como víctimas pues no han sido presionados por algún grupo armado,
así como lo contempla la Ley 1448.
Pero lo que a los campesinos les
interesa son las soluciones, es decir, no tantas palabras ni promesas, así que
se llegaron a los siguientes acuerdos:
- Se declara el estado de calamidad pública para la zona rural de Ovejas.
- Se implementará un banco de alimentos, involucrando allí a los empresarios y entidades del nivel departamental. La comida será facilitada a los voceros de las comunidades.
- Se abrirá una comisión que revise el estado de la infraestructura del acueducto rural, los términos legales que evitan su entrada en funcionamiento y alternativas que permitan la distribución del agua potable a la población campesina. Este equipo estará conformado por la administración, la comunidad, la Defensoría del Pueblo y la Personería Municipal.
- Se usará un carro tanque militar para abastecer temporalmente de agua a la población.
- Se realizarán brigadas de salud, esperando poder garantizar que las EPS´s faciliten los medicamentos que requiera la población en dichas campañas.
- Se intermediará para que a nivel departamental y nacional se le brinde una mejor y oportuna atención a la población campesina ovejera, que es igualmente población víctima.
Para el cumplimiento de dichos
acuerdos se harán audiencias de control y seguimiento. Las comunidades hicieron
un pacto de diálogo y colaboración para hacer realidad las soluciones
momentáneas a los males que los afecta, pero, de no cumplirse, dejaron claro
que se movilizarán, porque como dicen ellos: “por la troncal (vía nacional) pasan
mulas con carne y arroz y nosotros no nos vamos a dejar morir de hambre”. En
otras palabras, dejan claro que lo que ocurra, para bien o para mal, será
responsabilidad de las instituciones, pues de cumplir con los acuerdos no habrá
necesidad de tomar las vías de hechos.
Asimismo, Jorge Velázquez,
dirigente de ASOTRACDES (Asociación de Trabajadores Agropecuarios y Campesinos
de Sucre), informó que ya con esta son varias las audiencias que tienen
planificado impulsar y acompañar, pues el campesino sucreño está reactivando su
fuerza organizativa. El próximo destino será Chalán. Esperan poder cubrir todos
los municipios montemarianos, así como los de la Mojana y demás zonas del
departamento.
Luego de varios apretones de
manos, de haberse deleitado con el sancocho, los campesinos regresaron a sus
ranchos, algunos a pie, otros en motos, y demás en el carro que puso a
disposición la alcaldía municipal. Regresaron tranquilos porque saben que
cumplieron con un deber: el de buscar, por medio del diálogo, alternativas que
les ayude a superar la horrible noche por la que hoy pasan. Sin embargo, saben
que las palabras no se comen, así que aprovecharán al máximo las lloviznas de
los últimos días para cultivar nuevamente y poder, dentro de cinco meses,
cosechar algo que les ayude en su faena de sobrevivir en el campo colombiano.
Pero estarán pendientes, saben que de no cumplirse los acuerdos, no tendrán de
otra que pelear para poder vivir. Esa es la realidad de aquellos que creen que
el campo aún tiene futuro, pese a que otros lo hayan condenado a la miseria y
la exclusión. ¿Comenzará una nueva historia para ellos?
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