Breve aproximación a la situación socioeconómica del departamento del Atlántico


Centro de Estudios Socioeconómicos y de Conflictividades Sociales del Caribe 
Abril de 2016

Introducción 

El departamento del Atlántico es uno de los departamentos que más ha aportado al desarrollo económico, social y cultural de Colombia. Su historia está marcada por pujantes bonanzas, centro de desarrollo del Caribe colombiano y puerta de oro de Colombia. Sin embargo, también ha sido uno de los departamentos más golpeados por la pobreza y el neoliberalismo en el país. Al respecto, resulta inocente pensar que el neoliberalismo se ha aplicado e implementado de igual manera en todo el país; dado los mismos desarrollos regionales desiguales, la fuerza de trabajo, la cultura y la idiosincrasia se ha moldeado de manera particular, por lo que es preciso que podamos detenernos un poco en la situación actual del departamento del Atlántico, con énfasis en los últimos diez años en materia de PIB y pobreza. 

PIB en el Atlántico

De acuerdo con el DANE, en el año 2008 la industria en el departamento representaba el 19,9% de la producción total en relación con un 21,1% del sector financiero e inmobiliario; comercio 17,0%; minas 0,3%; agricultura, ganadería, caza y pesca 2,5%; transporte, almacenamiento y comunicaciones un 10,0% (gráfico 1, fuente DANE); mientras que en el año 2013 la industria apenas representaba un 14,2%; los establecimientos financieros bajaron a 20,5%; el comercio al 13,0%; y otros sectores como el agrícola, la construcción, los servicios públicos, explotación minera y servicios sociales, llegaron en total a un 24,4% del PIB departamental (gráfico 2, fuente DANE).

Fuente DANE

Fuente DANE
En términos comparativos, esta información demuestra que entre esos cinco años hubo una reducción de casi el 3% en la industria, un 4% del comercio y casi un 1% en el sector financiero-inmobiliario. Esto evidencia un decrecimiento de la economía del departamento, a partir del debilitamiento de los dos factores que hacen crecer y fortalecen cualquier economía: la producción y venta de bienes y servicios. Sin entrar en elementos más complejos de la economía política, es posible deducir que cuando la producción de bienes y servicios se reduce, aumentan los niveles de pobreza y desigualdad, debido a que, por ejemplo (usando un caso hipotético del sector de la industria), si en el 2008 habían 100 empresas en todo el departamento y cada una de ellas tenía 10 empleados, es decir, empleaban a 1.000 personas, en el año 2013, 18 de esas 100 empresas habrían cerrado, es decir, 180 de esas 1,000 personas estarían desempleadas.

Es preciso comprender que una reducción del 3% en el PIB representa una reducción del 18% en valores netos de la cantidad de industrias presentes en el departamento. Si hacemos eso mismo con el sector del comercio, con un 4% en esos cinco años, 24 de los 100 locales comerciales estarían cerrados, y ello explica el decrecimiento del sector financiero.

Esto no sólo afecta a la población que queda en situación de desempleo y a su núcleo familiar, sino que es preciso entender que afecta al conjunto de la población del Atlántico, ya que estas eran empresas que antes pagaban impuestos y aportaban al presupuesto público, al igual que las personas que estaban empleadas contribuían al presupuesto del departamento. Con una reducción en el presupuesto público, sin tener en cuenta los niveles de corrupción, se reduce de manera directa el presupuesto de inversión en educación, salud, infraestructura y demás. En resumidas cuentas, genera un detrimento en la calidad de vida de toda la población del departamento.

Resultado de ello es que al año 2015, según el DANE, en el departamento del Atlántico en materia económica la informalidad se sitúa en el 56,6%, en contraposición con el 14,6% vinculado a la industria (124.684 personas de 2.460.863 habitantes que tiene el departamento). A su vez, de este 56,6%, el 45,8% son trabajadores por cuenta propia; mientras que obreros y empleados particulares alcanzan el 40,8%; en contraposición a sólo un 3,1% de patronos o empleadores.

En contraposición con la realidad latente de la industria, el comercio y el empleo en general, encontramos la denominación de Barranquilla como “la ciudad del TLC”, “la ciudad puerto”, “la ciudad logística”. A partir de la declaración política del gobierno nacional y el Departamento de Planeación Nacional, Barranquilla como capital del departamento debe ser el enclave económico de desarrollo e impulso para toda la región Caribe colombiana. Ideas con las que se han legitimado propuestas de zonas francas, inversión en puertos, en vías y demás desde hace una década, por lo menos.

Así se pone de presente que, según el artículo publicado en El Tiempo, titulado “Barranquilla, en la batuta empresarial del Caribe” publicada el 27 de agosto de 2015, en el cual, “según María José Vengoechea, presidente de la Cámara de Comercio de Barranquilla, el desarrollo del emprendimiento en la región Caribe cuenta con un marcado protagonismo de la ciudad de Barranquilla, seguido de Cartagena, Santa Marta y Sincelejo, como focos del desarrollo de la actividad emprendedora. Barranquilla, según el GEM Caribe 2012, maneja una Tasa de Actividad Empresarial (TEA) por encima del 20%, y en particular el emprendimiento por oportunidad mantiene una de las tasas más altas del país con el 14,2%, seguido de Bogotá con 13%. En el caso de Cartagena, el emprendimiento por necesidad se mantiene con un promedio del 11,3%, seguido de Barranquilla con un 10,5%.”

Sin embargo, al día de hoy el panorama del departamento y la ciudad es totalmente adverso a la declaración de objetivos y visión de lo que haría el TLC y los planes de desarrollo a nivel departamental, y puntualmente con el plan de gobierno del alcalde de Barranquilla, Alejandro Char Chaljub, del Partido Cambio Radical.

El presupuesto del departamento de Atlántico en 2015 fue de 708 mil millones de pesos, de los cuales sólo es capaz de auto-sostener el 58%, por lo que depende el 42% del presupuesto nacional tal como se muestra en la tabla 1.

Tabla 1, fuente Gobernación del Atlántico
Está condición genera una dependencia del departamento a la economía nacional. El servicio de deuda, es decir, el dinero que anualmente el departamento paga de la deuda que tiene, representa un 33% del presupuesto, es decir, es un departamento que tiene un hueco fiscal, puesto que se endeuda en el 42 % del total de su presupuesto, pero sólo paga un 33% anualmente, por lo que, sumando los intereses y el 9% que no se paga, es un departamento que está asumiendo una deuda impagable. Esto desde una concepción de la defensa de lo público es bastante preocupante, puesto que un departamento sin presupuesto de inversión es un departamento que difícilmente podrá crear y fortalecer proyectos productivos del departamento y aún peor si se piensa en brindar derechos básicos como salud, educación, vivienda, etc. Sin embargo, desde una perspectiva neoliberal el bien público no interesa, y a ello se antepone el lucro privado.

Así pues, el lucro privado significa en este contexto la privatización de las empresas y el fortalecimiento de la deuda pública para aumentar las ganancias del sector financiero, además, en la medida en que peor esté la situación fiscal del departamento, más favorable serán las condiciones para vender las empresas públicas a bajo precio, entregar en concesión la administración de bienes públicos y demás.

En materia de comprensión del problema agrario, a pesar de tener un coeficiente Gini de tierras de 0.13 (menor que el nacional), el Gini del departamento del Atlántico presenta una tendencia de crecimiento bastante más marcada que la Nacional, en particular entre 2.000 y 2.004, cuando ocurre un incremento de 0.04 y alcanza un valor de 0.747. Sin embargo, la diferencia entre los Ginis con y sin UAF (Unidad Agrícola Familiar) revela que la tierra más concentrada es la de peor calidad para cultivos y producción. Al analizar el Gini de propietarios, la concentración de la propiedad se incrementa debido a un fenómeno predominante en todo el país: la propiedad de varios predios por parte de un solo propietario. Cabe aclarar que los movimientos entre 2004 y 2009 obedecen puramente a actualizaciones catastrales, es decir, son datos que no son confiables y seguramente en la realidad su concentración es aún mayor, esto debe ser contrastado y analizado de cara al último censo agrario de 2.014.

En razón al uso del suelo, en el gráfico 4 podemos ver la distribución de la tierra rural por tamaño de propiedad entre 2000 y 2009 a nivel nacional, que como ya vimos está en el mismo promedio que en el departamento del Atlántico, en donde en el año 2.000 la gran propiedad concentraba casi el 30% del área en menos del 2,4% de propietarios, al igual que la mediana propiedad que representa el 46,69% en manos del 18,71%, mientras que el microfundio, el minifundio y la pequeña propiedad llegaban apenas al 24,77%, siendo propiedad del 78,9% de las personas. El panorama a 2.009 se mantenía igual de deplorable, con el agravante de que los propietarios del microfundio aumentaron en un 4% en detrimento del minifundio que disminuyó. Frente al panorama de tenencia de la tierra es necesario tomar en cuenta la variable del testaferrato y división de la gran propiedad en mediana propiedad, como “jugadas” para la evasión de impuestos, tal como lo demostró el Censo Agrario de 2014, adelantado a raíz del Paro Agrario de 2013, en donde se señala que el 0,4% de los propietarios concentran el 46% del área de tierra rural productiva.

Gráfico 4. Tomado de: Atlas de la Distribución de la Propiedad Rural en Colombia
Centrando el debate de la concentración de la tierra en el departamento del Atlántico, por municipio podemos ver (mapa 2) que el de mayor concentración de la tierra en gran propiedad es el municipio de Luruaco, y la pequeña propiedad, el minifundio y el microfundio, aún sumadas entre sí, son minoritarias en todos los municipios del departamento. Es evidente que el tamaño de la propiedad tiene una relación directa con la concentración de la tierra con base al índice de Gini de Tierras, en donde 0 significa total equidad de acceso a la tierra y 1 es donde una sola persona concentra toda la propiedad de la tierra, generando una total inequidad.

Para el caso del Atlántico, hay una distribución en la que de los 22 municipios que lo componen, dos están entre 0,850 y 0,937, extremadamente concentrados, tres se encuentran entre 0,762 y 0,849, altísima concentración, seis entre 0,674 y 0,761, alta concentración, ocho en mediana concentración y cuatro en concentración moderada. Es decir, que todo el departamento presenta un nivel de concentración bastante alto, sin excepción, muy por encima del índice de Gini de un país como Noruega que cuenta con 0,254, y resulta adecuado traerlo a colación puesto que es un país referente en la producción ganadera, conducta y vocación de la propiedad que comparte con la región Caribe de Colombia.


Mapa 2, fuente: IGAC, Catastro Nacional
No es posible entender la economía del departamento sin la comprensión de la economía de las bandas criminales y los grupos paramilitares en la Región, puesto que un departamento con un nivel de informalidad y desocupación tan alto, es bastante propenso a la vinculación, principalmente de los jóvenes, a dinámicas delictivas ante la falta de oportunidades de subsistencia. De acuerdo con lo presenciado en el reciente paro armado, el día 2 de abril de 2016, y el informe presentado por el portal de análisis www.verdadabierta.com, Barranquilla y Soledad tienen una fuerte presencia de bandas criminales (mapa 1), que subsisten de la economía del narcotráfico, el fleteo, extorción y demás, sin embargo, no existen estadísticas recientes de qué parte del PIB del departamento o cuánto dinero mueven estas organizaciones.

Mapa 1, fuente: Verdad Abierta
De cara al momento político actual, es preciso investigar y analizar cuál es el papel de los acuerdos de paz en los territorios del departamento del Atlántico, puesto que, según la lógica gubernamental, si allí no hay presencia de las FARC (fundamentados en que la presencia más cercana de ese grupo -según el mapa 1- está en Codazzi-César), no es preciso aplicar los acuerdos de La Habana. Por tanto, las llamadas BACRIM y demás grupos paramilitares controlan un importante sector de la economía en el departamento, que de cara a la implementación de los Acuerdos, y por misma obligación del Estado Colombiano, debe ser esclarecido.

Pobreza

De acuerdo al último informe disponible del DANE (2014), se señala que la línea de pobreza establecida para el departamento, entendida como el costo per cápita mínimo de una canasta básica de bienes (alimentarios y no alimentarios) en un área geográfica determinada, quedó establecida en $230.988 (gráfico 3). De acuerdo con lo anterior, un hogar en el Atlántico compuesto por 4 personas, es clasificado como pobre si su ingreso está por debajo de $923.952 al mes. Así pues, en 2014 el porcentaje de personas en situación de pobreza fue de 28,6%, es decir, 703,807 personas.
El panorama de la pobreza extrema no es más alentador. La línea de pobreza extrema es el costo per cápita mínimo de una canasta alimentaria que garantiza las necesidades básicas calóricas; la línea de pobreza extrema está establecida en $100.278, es decir, un hogar de 4 personas será clasificado como pobre extremo si su ingreso está por debajo de $401.112, lo que en el 2013 en el departamento fue de 4,3%, es decir, 105.817 personas. Así pues, tenemos un total de 809.623 personas entre la pobreza y la pobreza extrema en el departamento. Y en materia de desigualdad, el coeficiente de Gini en el año 2014 fue de 0,445.
Gráfco 4, Fuente: DANE
La pobreza en el área metropolitana de Barranquilla se presenta en la tabla 2 a continuación.

Tabla 2, fuente: Departamento Nacional de Planeación
A manera de conclusión, diremos que el departamento del Atlántico está orientado hacia la desindustrialización, la concentración de la tierra y la creación de mano de obra barata. El proyecto del departamento del Atlántico actual da cuenta de una idea de desarrollo a partir del subdesarrollo, es decir, de la dependencia a la economía global y nacional, y de la venta de servicios y bienes privados, negando la posibilidad de desarrollo propio, y esto da cuenta de la crisis financiera por la que pasa la Universidad del Atlántico y el crecimiento de institutos técnicos de bajo nivel académico pero alta tasa de graduandos.

Por otro lado, es preciso profundizar los estudios y análisis del departamento, puesto que cada uno de los elementos aquí enunciados tienen una implicación social, política y económica, que por cuestión de extensión y propósitos se omiten en este texto, pero busca abrir el interrogante sobre la comprensión de la situación del departamento para pensar alternativas de desarrollo, con base en las condiciones actuales del mismo, que, tal como se vio en materia de endeudamiento y poco nivel productivo, se hace bastante difícil. Realmente es un reto político poder pensar cómo adelantar el desarrollo del departamento con base en los bienes públicos, bienes sociales y la igualdad, que son los únicos elementos a través de los cuales pueden construir una paz estable y duradera, tal como señala el momento político actual de la mesa de Diálogos de La Habana.


Por David Felipe Gomez: Politólogo de la Universidad Nacional, con opción de grado de Maestría en Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Colombia. Coordinador e investigador del Centro de Estudios Socioeconómicos y de Conflictividades Sociales del Caribe. investigacioncaribesocio@gmail.com



Fuentes Bibilográficas

Atlas de la Distribución de la Propiedad Rural en Colombia

Departamento Administrativo Nacional de Estadística DANE

Departamento Nacional de Planeación

Gobernación del Atlántico

Instituto Geográfico Agustín Codazzi

Fuentes en Internet












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